Respuesta de mi hermano a la columna "idoneidad moral" de Alfonso Llano
Señor Alfonso Llano,
Mi nombre es Jonatan Albarracín, tengo
25 años y soy ingeniero químico. Vivo en Yopal con la mujer que
amo.
Quiero tomarme el tiempo
de responder su columna no con groseros argumentos o con algunos
disfrazados de amor y entendimiento pero cargados de odio y exclusión
como los que usted expone claramente en su columna. Mis argumentos
son una historia de vida, que me llena de orgullo y me hace
exponerlos en la vitrina de mi diario vivir.
Primero quiero contarle
quién es mi familia: Mi madre, una profesora desde que tenía 19
años. Quien gracias a una beca y a mucho esfuerzo logró salir de
una vereda de Santander para ir a la capital y lograr construir un
hogar, educándonos con amor y responsabilidad. Mi padre, un
trabajador independiente que nos enseñó que rendirse no es una
opción y con su humilde forma de ser me enseñó que un verdadero
hombre es aquel que acepta las diferencias y es tolerante. Y un
maravilloso hermano, que un día soleado en una ciclorruta, me
confesaba entre lágrimas y angustia que le gustaban los hombres.
Recuerdo bien que nunca entendí tal reacción. Comprendía los
problemas económicos de mi casa pero a mis 13 años en plena
adolescencia no pude comprender porque mi hermano temía contar cosas
de su vida personal. Él para mí siempre ha sido mi guía, mi
ejemplo a seguir: una persona muy educada, visionario, creativo y
respetuoso.
Aun hoy en día no
entiendo la diferencia, no entiendo porque personas como usted con su
ya larga vida no es capaz de comprender lo que un niño de 13 años
asimiló tan naturalmente.
Por otro lado, debo
decir que me siento ORGULLOSO DE MI HERMANO. Por quien es, porque a
pesar de haber recibido la misma educación, él ha sido capaz de
enseñarme cosas que nunca hubiera aprendido en la iglesia, o mi
colegio de hermanos lasallistas, porque ha sido capaz de luchar para
hacerle entender a todo un sistema que no hay diferencia.
Me duele que diga en su
columna que parejas del mismo sexo tienen una carencia de cariño.
Por el contrario en mi familia todos amamos a mi hermano, lo apoyamos
y nos encanta que sonría a cada momento. Y personas como usted no
solo le roba la sonrisa a mi hermano y a mi familia sino a miles de
familias que se sienten juzgadas por algo tan irracional como su
visión de familia y amor.
Por último, suponga
usted, que mi hijo me preguntara por qué su tío no puede tener
hijos. ¿Cómo le explicaría que no tiene derecho de tener un primo
solo porque su tío le gusta un hombre? Ni la delicadeza de mi esposa
podría hacerle entender lo injusto y absurdo del hecho. Y ahora
suponga usted la desazón que se vive en mi familia cuando mi papá o
mi mamá leen estas columnas y sus argumentos, se encontrarán
perturbados porque no hubo diferencia en la educación que se
impartió a mi hermano y a mí. Y cuando mis tías y mi abuelo de 89
años leen esta columna y no entiende porque según usted yo tengo
más “idoneidad moral” que su otro sobrino o nieto, si fuimos
educados rodeados del mismo amor.
Eso sinceramente es muy
difícil de entender hasta para alguien con la ya larga vida como
usted.
Le adjunto 2 bellas
fotografías de mi hermano y mi familia. Para que vea que mis
argumentos son hechos de vida, como dicen los padres en las misas.
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Felicitaciones Familia Albarracín