Cuando aparecen los nazis

Panfletos de la Unión Nacional Socialista de Colombia. Ver noticia.
Los nazis empiezan a aparecer en las paredes. Luego aparecen en los golpes. Al final aparecen en el gobierno. Son agresivos y dogmáticos. Su principal motor es el odio. El odio a la diferencia. Su arma es la violencia organizada. Su argumento es el grito humillante. Su ideología es la eliminación. Su sueño es nuestra desaparición.

Conversé brevemente sobre esto con amigo en una fiesta gay el domingo pasado. En un momento él dijo: “siento que va a pasar algo con los nazis”. Yo le respondo: “tengo el mismo sentimiento”. Inmediatamente después él me dice: “no creo que pase nada”, yo lo miro y le digo: “nunca se sabe”. Creo que a los dos nos interrogan el renacer nazi. Creo que a muchos, no solo por paranoia sino por malos recuerdos. Los marginales sexuales tenemos el nazismo en lo más profundo de nuestra memoria colectiva. Berlín, la meca homosexual de principios del siglo XX, fue consumida por el fuego nazi. Un triángulo rosa nos marcó para siempre.

Cuando aparecen, estos jóvenes fanáticos son objeto de burla. Algunos los llaman “morenazis” por lo contradictorio de ser latinoamericano y nazi. Más allá de este oxímoron, los nazis están en nuestras calles, en nuestras paredes, en nuestras mentes. Siento que son más y que hacemos poco para detenerlos.

Colombia siempre ha tenido nazis. Mi paisana Silvia Galvis escribió un libro de título escalofriante: “Colombia Nazi”. Recientemente tenemos más odio y más nazis. Ellos fueron alimentados de 8 años de propaganda de odio oficial y ahora por la propaganda católico-fundamentalista del lefevrista.

Los nazis odian la solidaridad social y las libertades. Odian a los débiles y la fragilidad humana. Odian la inteligencia y los argumentos. Odian el placer y la sensualidad. Odian la vida y los sueños. Por eso odian a comunistas y liberales por igual. Colombia vive una confrontación ideológica entre el pensamiento racional y el medieval. Esta generación tiene el reto de llevar al país a la solidaridad, la paz, la libertad y la felicidad. Por eso comunistas y liberales debemos hacer frente común contra el nazismo.

La mejor arma contra el nazismo es la política de la amistad. Una política fundamentada en la empatía y la colaboración. La amistad y la empatía casi siempre están acompañadas de la risa. En esta tierra hemos perdido la risa entre la violencia y la pobreza. Recuperemos la risa, esa es la única virtud política que nos sacará definitivamente de la guerra.

Comentarios

Entradas populares