Liberté, Égalité, Légalité! por Gabriel Palacio Leal
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Liberté, Égalité, Légalité! por Gabriel Palacio Leal (Colombiano residente en París)
Empecé
a escribir este artículo después de los acontecimientos del pasado domingo 21
de abril de 2013, cuando dos manifestaciones numerosas dividieron de nuevo París
en dos, simultáneamente esta vez. En la Plaza de la Bastilla, símbolo de la
Revolución y de la lucha popular, una concentración de 15 000 partidarios del
matrimonio igualitario (“mariage pour
tous” en francés) convergió improvisadamente al llamado con el fin de
objetar la marcha de los opositores (la “manif
pour tous”) que desfilaba al otro lado de la ciudad, por las lujosas calles
del 7° distrito de la capital (en el cual esta ubicada la Torre Eiffel) para
terminar en la Explanada del Hotel de los Inválidos, vestigio del despliegue
militar de Luis XIV. A imagen de esta tensión entre bandos opuestos, Francia
vivió a lo largo de estos últimos meses un intercambio candente y contundente
entre progresistas y conservadores, los unos exigiendo la igualdad de derechos civiles,
los otros promulgando la continuidad de un modelo hétero-sexista y normativo de
familia (y por ende de sociedad), compuesta exclusivamente de un padre y una
madre.
Este
martes 23 de abril de 2013, un par de días después de estas dos ultimas
manifestaciones (y al cabo de varias otras por parte de ambos bandos desde el
pasado mes de noviembre) y de prolongados debates en la Asamblea Nacional y en
el Congreso, el Parlamento aprobó finalmente el proyecto de ley que otorga
acceso al matrimonio y a la adopción a parejas del mismo sexo en Francia. Las
primeras bodas deberán realizarse durante el verano, al cabo del Consejo
Constitucional que instaure la nueva ley.
A
pesar del gran salto que ha dado Francia hacia la garantía de la igualdad – uno
de sus pilares republicanos, la sociedad que dio origen a la Declaración
Universal de los Derechos Humanos y Ciudadanos alcanza la meta maltratada y
debilitada por los obstáculos afrontados durante este arduo maratón
legislativo, político y social. La encarnada oposición ejercida a lo largo de este
semestre por el colectivo “Manif pour
tous”, compuesto, principalmente, por los partidos conservadores, de
extrema derecha y ultra-católicos, provocaron progresivamente sentimientos de
miedo y de odio que se fueron materializando progresivamente en acciones
radicales contra la comunidad LGBTI y sus partidarios.
El discurso que comenzó
en “Un papá, una mamá, es elemental” como consigna de las primeras marchas, se
fue degradando hasta llegar recientemente a “Si Hollande quiere sangre, eso
tendrá” pronunciado por la lideresa del movimiento anti-matrimonio igualitario,
Frigide Barjot. Los propositos homofóbicos aparecieron de nuevo así,
impunemente camuflados bajo el pellejo de la moral religiosa y la tradición, en
los medios de comunicación y terminaron por infiltrarse en las mentes y las
bocas de una parte de la población (incluidos los mas jóvenes entre ellos),
generando actos violentos – físicos, verbales y sicológicos – que instauraron
un malestar general en el país : centros asociativos victimas de vandalismo,
agresiones graves contra individuos y establecimientos, líneas telefónicas de
apoyo y escucha contra la homofobia desbordadas por las llamadas horrorizadas de
miedo, zozobra y sentimientos de ilegitimidad, de anormalidad, de inseguridad…
y de retroceso en un país europeo desarrollado donde la unión civil (PACS) se
extendió a las parejas del mismo sexo desde 1999.
La
rehabilitación del derecho a la igualdad que realiza hoy el Parlamento francés,
como parte del plan de gobierno actual, pone final oficialmente al despliegue
de odio y de discriminación concebido por las clases mas poderosas y
conservadoras durante estos últimos seis meses. Y aunque la derecha ha
declarado continuar con su proyecto de oposición a la evolución de los valores
y de la sociedad, el sentimiento que se esparce hoy entre una parte de la
población francesa, a la que se le negaba parte de sus derechos, es
principalmente la dulce y agradable impresión de ser por fin ciudadanos como
los otros, con iguales derechos a amar y a optar – o no – por casarse.
Esta
noche Francia marcha del lado bueno de la Historia y celebra el progreso y la
igualdad; esta noche Francia brinda por el derecho incondicional al amor, por
el derecho a poder brindar muy pronto : “¡Qué vivan los novios”… y “¡Qué vivan
las novias!”.
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