Constitución contra la homofobia
Foto de Paco de la O. Bogotá. Noviembre 2012. |
Cuando nací la homosexualidad acababa de ser despenalizada por el Código Penal de 1980. Treinta años después, la Corte Constitucional ha hecho un gran trabajo en reconocer la igualdad de derechos de la población de lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas (LGBT). En tres décadas, Colombia hizo una revolución democrática y silenciosa, pasamos de la penalización a la igualdad constitucional.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Colombia vivió durante muchos años bajo un regímen de represión oficial e intolerancia social contra la homosexualidad. Los efectos de esto se sienten en las calles y en los hogares colombianos.
Para contrarrestar la homofobia debemos poner la Constitución como eje de nuestra vida cotidiana. En ella reconocemos la libertad de cada uno de elegir las creencias, la sexualidad y el concepto de vida buena. Es por eso que en nuestras escuelas es fundamental enseñar que todos somos igualmente dignos y libres. También es importante aprender que en nombre de ningún dogma podemos despreciar la vida, la familia y los derechos de nadie. Por estas razones, aprobar la ley de matrimonio entre parejas del mismo sexo es reconocer que estas parejas siente el mismo amor, respeto y socorro mutuo que sienten las parejas de distinto sexo.
Es cierto que la población LGBT vive aún en espacios de violencia y discriminación. Para acabar con esta atmósfera, nuestra sociedad tiene la tarea fundamental de reconocer la diversidad sexual. No simplemente diciendo que nos respetan, sino también siendo consecuentes con esas palabras. Así por ejemplo, la mayoría de personas que se oponen al matrimonio entre parejas del mismo sexo dicen que no son homofóbicos. Eso no es más que discriminación en el clóset.
Es cierto que la población LGBT vive aún en espacios de violencia y discriminación. Para acabar con esta atmósfera, nuestra sociedad tiene la tarea fundamental de reconocer la diversidad sexual. No simplemente diciendo que nos respetan, sino también siendo consecuentes con esas palabras. Así por ejemplo, la mayoría de personas que se oponen al matrimonio entre parejas del mismo sexo dicen que no son homofóbicos. Eso no es más que discriminación en el clóset.
Cada vez que una persona apoya los derechos LGBT, apoya a un familiar, un amigo o un vecino, incluso a veces a un hijo o una hija. Es sobre todo un verdadero acto de convivencia pacífica. Gays, lesbianas, bisexuales y transgeneristas tenemos que hacer lo propio. Para lograr la verdadera igualdad debemos “salir del clóset” y hablar claro y fuerte por nuestros derechos y nuestras familias. “Salir del clóset” es un acto complejo y doloroso por el entorno de los prejuicios contra la homosexualidad. Por eso todos los colombianos, sin importar nuestra orientación sexual o identidad de género, debemos poner de nuestra parte y ser valientes.
Luchar contra la homofobia es estar en el lado correcto de la historia.
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