Matar a un grafitero
La semana anterior he pasado al menos 10 veces por la carrera 30 rumbo a la clínica Shaio. Durante mi trayecto me deleite viendo los grafitis por la carrera 30. De hecho, el sábado pasado, mientras íbamos en la misma ruta, les decía a mis amigos Jan Paul Castellanos y Viviana Bohorquez lo feliz que me sentía viendo estos grafitis.
Amo los grafitis. Ellos trasforman el espacio público, lo hacen maravilloso, diverso e infinito. Los grafiteros son quienes transforman un muro concreto en un hogar urbano. Son quienes dan color a este gris ecosistema en el que vivimos.
Pero nuestro ecosistema está enfermo.
El viernes mataron un grafitero. Lo mató un policía. Lo encubre el Estado.
Ya apareció el aparato criminal del encubrimiento a decir que lo mataron con "justa causa". Dicen los enemigos de la libertad que, mataron a un muchacho de 16 años porque robó una buseta. Esta es la confesión más cínica de qué en Colombia sí existe la pena de muerte.
Es la confirmación que las ejecuciones extrajudiciales son una epidemia nacional alimentada por el autoritarismo, el militarismo y la estupidez política. Esta epidemia llega a nuestros hogares, nos sigue a cada instante y habitamos los espacios donde esta epidemia mata.
Nuestro espacio público está lleno de miedo, violencia y desigualdad. Tememos a los extraños, a la policía, al día, a la noche. Los ricos viven en barrios de muros. Los policías matan de noche y duermen de día.
La muerte de un grafitero es la muerte de un poeta urbano. La policía mató a un poeta adolescente que pintaba versos urbanos en un muro que ansiaba el color y la expresión.
Diego vivía en una ciudad de miedo, desigualdad y violencia. Con su arte quería hacer de esta una ciudad de luz, arte y diversidad. El viernes pasado triunfó la muerte sobre el arte. Matarlo es parte de nuestra enfermedad.
Tratar de ocultar este crimen es tomar veneno para curarnos.
Adiós Diego Becerra, joven poeta urbano. Gracias por ayudarnos a vivir en una jungla de miedo, desigualdad y violencia. Perdón por no haberte salvado a tiempo.
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