Las manos negras de la UIS
Los hechos violentos ocurridos en la Universidad Industrial de Santander son tristes, demenciales y criminales. Un grupo de encapuchados, entre los que sin duda se cuentan estudiantes y personas externas a la Universidad, se tomaron las instalaciones de la UIS y practicamente asolaron el campus. Destruyeron edificios, incendiaron parte de las instalaciones y hurtaron computadores, así como otros bienes de la Universidad. Los daños se avaluan en unos 3000 millones de pesos, cifra que según las autoridades universitarias es el equivalente a lo que la UIS invierte un año en investigación.
Un patético pero diciente graffiti sintetiza la radicalidad de los encapuchados: "la UIS destruida antes que privatizada".
Estos hechos deben ser investigados y los responsables castigados tanto penal como disciplinariamente.
Mi hermano escribió es su facebook, el más acertado análisis de esta situación: "Que tristes hechos de violencia en mi universidad. Alineándome con el léxico de moda diría que la mano negra de la extrema derecha y la mano negra de la extrema izquierda siguen pescando en río revuelto. Tantos adolecentes pretendiendo ser héroes de una u otra causa".
Desde hace años la UIS vive una situación de altísima inestabilidad y radicalidad. Esto no se atribuye solamente a los estudiantes, ni es problema de unos desaptados sociales. La UIS vive este extremismo porque no ha sido capaz de superar los problemas de legítimidad académica y política al interior del gobierno universitario.
Dos manos negras acechan a la UIS. Por una lado una extrema izquierda que sigue infiltrada tratando de sacar partido de cuanta protesta hay en el país. La guerrilla sigue siendo la rentista de la protesta social y por esa razón la peor enemiga de la democracia y la crítica. Por otro lado la extrema derecha que conserva algún poder en la Universidad y en la región, y ahora teniendo como vocero al Ministro cristiano de Defensa pretende instalar la policía en el campus universitario.
La UIS necesita gobernalidad, transparencia y convivencia pacífica. Esto se logra investigando todos los crímenes cometidos contra la comunidad académica. También se logra construyendo confianza entre los actores académicos de la comunidad universitaria que somos mayoritarios.
Esperemos que con la misma severidad que se investigará el vandalismo en la UIS, se investiguen las acusaciones de paramilitarismo contra el actual rector Jaime Alberto Camacho Pico. Un desbalance en las investigaciones aumentará las tensiones. Por otra parte, la policía no debe estar en el campus, es una medida inútil para garantizar la seguridad y contraproducente en la búsqueda de confianzas reciprocas.
Los líderes estudiantiles deben rendir cuentas y expresarse claramente en contra de estos hechos violentos.
Los egresados tenemos la suficiente solvencia moral y profesional para pedir que pare la demencia provocada por un grupo radical y resentido. Tenemos también la obligación de pedir celeridad en las investigaciones sobre el vandalismo el paramilitarismo en la UIS.
Los egresados actuamos como convidados de piedra ante la mayor crisis institucional de la UIS. Nuestro silencio es parte del problema. Pero también podemos hacer mucho para encontrar soluciones.
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