Besos con derecho





Besos con derecho: “Somos raritos, estamos aquí. Váyanse acostumbrando”

Hace algunas semanas, una pareja de hombres gays, fue detenida arbitrariamente y sufrió abusos verbales y físicos por parte de la policía y guardias de vigilancia privada, en el centro comercial Avenida Chile o antiguamente conocido como Granahorrar, en la ciudad de Bogotá. “Su delito”: ser pareja y expresar su afecto públicamente.

En tiempos en que gays y lesbianas, ganamos derechos en los tribunales y los gobernantes se ufanan de la fortaleza institucional, aún no podemos vivir tranquilos y disfrutar de nuestros derechos sin ser víctimas de violencia y discriminación.

Este acto es una exigencia de discreción, que es sin duda es la estrategia de exclusión y reclusión más efectiva contra las personas LGBT. La única forma de ser y de vivir para la personas LGBT es la del ocultamiento. Esta exigencia de discreción está acompañada por la vergüenza. Así nos arrebatan el acceso a la vida pública. La instauración de este régimen de silencio y de silenciamiento, expresado en la exigencia de discreción, en la simulación y en el encubrimiento, es la forma más eficaz de control y de discriminación contra las personas LGBT.

Mantener en privado un beso, una caricia, tomarse de la mano es la manifestación de esta homofobia social, que las leyes no transformarán. El mensaje de esta sociedad es que la única vida del homosexual es exclusivamente la vida privada.


Su vida no es pública, ni publicable, ni admisible. La sola palabra produce espanto, escándalo, o burla. Se produce lo que llama Judith Butler la “metáfora del contagio”: “la pronunciación o visibilización de la homosexualidad rompe el tabú por el que la homosexualidad se reprime en el ámbito social, al romperse el tabú aquello que este contiene se hace contagioso, libera el deseo de forma incontrolable, implicando que a los que la presencian o la escuchan.”

Mientras la heterosexualidad tiene todas las implicaciones públicas, la homosexualidad es proscrita a ser lo que fue en la edad media y en nuestra Colonia, un pecado nefando (nefandus o innombrable por su suciedad), es decir, aquello que no puede ser nombrado, que incluso debe estar fuera del lenguaje.

Los nuevos moralistas toleran a los homosexuales, creen que cada quien puede hacer lo que quiera y se declaran tolerantes y pluralistas, pero, para ellos mismos la sola puesta en escena de las personas LGBT es capaz de corromper todo lo más valioso de nuestra sociedad y producirles indignación.

Por esta razón la mesa de organizaciones LGBT de Bogotá, ideó una campaña para desenmascarar la homofobia y avanzar para que los derechos se lleven a la vida cotidiana.

La campaña "Besos con derecho", es decir, besarse y manifestar afecto en público, de forma masiva, concertada y con la conciencia de ser sujetos de derecho.

El viernes 30 de abril se inició la campaña en el centro comercial donde se agredió a la pareja. Alrededor de 20 parejas nos besamos y expresamos mediante el cariño, nuestra protesta e indignación por la violencia y la discriminación. Esta campaña será permanente, iremos a cada espacio público donde se ejerza violencia, discriminación y exclusión contra las personas LGBT.

La siguiente etapa será en el parque nacional, donde una pareja de hombres gays, fue hostigada por los vigilantes y tuvieron que retirarse del lugar.

Esta campaña será un éxito para la democracia si todos los ciudadanos y ciudadanas, nos acompañan con sus besos y afecto, en bares, restaurantes, centros comerciales, parques.


Gays, lesbianas, bisexuales, transgeneristas y heterosexuales están invitados a vincularse, y recordarle a la pacata sociedad colombiana el lema del grupo Queer Nation de la ciudad de Nueva York: “Somos raritos, estamos aquí. Váyanse acostumbrando”

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