Literalismo y fundamentalismo en debate sobre matrimonio igualitario
La
lectora. Jean-Honoré Fragonard.
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Maimónides, el gran filósofo judío, escribió un
libro a su discípulo más querido llamado la “Guía de los Descarriados”. Una de
las intenciones de su libro era aclarar el sentido literal que dan los fundamentalistas
a los textos sagrados de los judíos. Dice Maimónides en el prefacio que su
obra:
Procura aclarar
ciertas metáforas oscuras que se rallan en los Profetas, y que algunos lectores
ignorantes y superficiales, toman al pie de la letra. Aun las personas
enteradas se descarriarían y confundirían si entendieran estos pasajes en su
sentido literal; empero, se sentirán por completo aliviados de su contusión y
descarriamiento cuando les expliquemos las figuras o simplemente les indiquemos
que las palabras se emplean en sentido alegórico.
En
el debate sobre el matrimonio igualitario han surgido los ignorantes y
superficiales a interpretar el artículo 42 que dice: “La familia es el núcleo fundamental de la
sociedad. Se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión
libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la voluntad
responsable de conformarla”. Según los interpretes superficiales, el debate está cerrado porque el matrimonio igualitario sustituye la constitución. En
otras palabras, según el Procurador y sus secuaces, el matrimonio es un derecho
exclusivo de los heterosexuales, es decir, un privilegio.
Esta
forma de leer la Constitución es antidemocrática y absurda, como diría Maimónides: ignorante y superficial. Usemos esta forma de interpretación
“ultra-literal” para leer dos artículos de la Constitución.
El
artículo 10, dice: “El castellano es el idioma oficial de Colombia. Las lenguas
y dialectos de los grupos étnicos son también oficiales en sus territorios. La
enseñanza que se imparta en las comunidades con tradiciones lingüísticas
propias será bilingüe”. Si siguiéramos el argumento de los ignorantes
deberíamos imponer a sangre y fuego en castellano en toda la república y no
podría enseñarse ni lengua extranjera ni otras lenguas tradicionales ni tampoco
lenguajes para personas con discapacidad,
porque se sustituiría la Constitución.
Por
su parte el artículo 50, dice: “Todo niño menor de un año que no esté cubierto
por algún tipo de protección o de seguridad social, tendrá derecho a recibir
atención gratuita en todas las instituciones de salud que reciban aportes del
Estado. La ley reglamentará la materia”. Según los ultramontanos del derecho
deberíamos interpretar el derecho de atención en salud gratuita como un derecho
exclusivo de los niños menores de un año. Por lo tanto, reconocer el derecho de atención gratuita en salud a niños mayores de un año o para los adultos sería sustituir la
Constitución.
Si
interpretamos la Constitución como si fuera un conjunto de privilegios definidos
literalmente destruiríamos la esencia del Estado Social de Derecho. En la demanda que presentamos ante la Corte Constitucional que dio origen a la sentencia C-577 de 2011, argumentamos la diferencia entre artículos de la Constitución
que establecen normas especiales y aquellos que establecen normas exceptivas.
Las especiales son reglas que buscan una protección explícita de una situación,
sin que ello signifique que se establece un privilegio. Las exceptivos son
normas claramente cerradas como los períodos electorales. La norma sobre el matrimonio en la Constitución, es una norma especial, no exceptiva.
La
Constitución debe interpretarse teniendo en cuenta el derecho a la igualdad y la máxima protección de los ciudadanos (conocido como principio pro persona). Negar el matrimonio igualitario
acudiendo al literalismo es la maniobra de un tinterillo ignorante. Aún peor, es la movida de un Procurador que
usa la máscara constitucional para esconder lo que ya no puede hacer: llamarnos animales. El literalismo siempre ha sido un arma de los fundamentalistas
que buscan preservar la injusticia y los privilegios. Es el mismo instrumento
del partido salafista en Egipto y de los Ayatolas iraníes. Leer al pie de la letra sin usar la razón es una estrategia de evangelizadores. Nosotros ya sabemos leer y pensar sin predicadores.
Una joven
leyendo. Charlotte Weeks
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