Dos minutos de odio
Esta semana ha habido un gran debate sobre la adopción entre parejas del mismo sexo. Todo se inició por un caso que estudia la Corte Constitucional en el cual se mujer solicita la adopción de la hija biológica de su compañera permanente. Aunque en estricto sentido ambas son madres de la niña, las leyes del derecho de familia colombiano impiden la misma protección legal para las familias del mismo sexo.
Esto generó una intensa actividad de personas que se oponen a la homosexualidad.
El primero en salir fue el Procurador Alejandro Ordoñez con la amenaza de investigar penalmente todas las adopciones de personas del mismo sexo. De fondo, la siniestra Ilva Miryam Hoyos, quien se dedica sin descanso a buscar conjuros legales para luchar contra los derechos de las mujeres y las minorías sexuales.
Luego fue el Presidente del Partido Conservador, José Darío Salazar, quien manifestó que esto iría en contra de la Constitución y que los niños se afectarían al ver a sus padres "con tacones y colorete".
Entre tanto, un despistado Ministro del Interior y de Justicia decía que no estaba de acuerdo con la adopción, "pero que había votado un proyecto de ley en Congreso", pero que al final remató diciendo que eran parejas inestables.
Se suman los corifeos neoconservadores encabezados por Ernesto Yamhure, Rodrigo Lara y Eduardo Pizano quienes argumentan que este asunto debe ser resuelto por las mayorías políticas, especialmente por el Congreso. Como siempre y con broche de oro cerró la Iglesia Católica al pedir a la Corte que no apruebe la adopción para parejas del mismo sexo.
Estas reacciones me hicieron recordar una escena de 1984: los dos minutos de odio. En el mundo construido por Orwell, el Partido del Gran Hermano destinada dos minutos para mostrar a través del Telescreen imágenes y sonidos que representaban todo aquello que se odiaba socialmente en Oceania. Durante ese tiempo se mostraba el rostro de Emmanuel Goldstein, el enemigo del pueblo. Dos minutos llenos de alucinaciones, un auténtico éxtasis de odio.
En esta semana los conservadores tuvieron sus dos minutos de odio. Tienen un gran resentimiento con nuestros pocos espacios de libertad. Durante una semana se dedicaron a vociferar, a gritar, a buscar razones, a generar prejuicios, a inventar estrategias, a ofender la inteligencia, a abusar de su poder... y a repetir un guión común: "constitución", "familia", "natural", "niños". Los papeles estelares de este sainete homofóbico son seis: el jurista, el científico, el pastor, el populista y el agitador. En el vestuario se destacan los trajes tipo "lobo con piel de oveja" y en algunos casos la conocida moda de "mano de hierro en guante de seda".
Durante una semana los enemigos de los derechos se dedicaron a recordarnos que Colombia sigue siendo una caverna y que sus representantes tienen el poder suficiente para perseguirnos.
Aunque los dos minutos de odio nos perturban y nos indignan, lo bueno es que al final del día, digan lo que digan y hagan lo que hagan, el odio no podrá alcanzar nuestros hogares, ni a nuestros hijos, ni a nuestras familias.
Su odio no nos puede quitar nada. Ya nos liberamos de su odio. Seguiremos amando y viviendo con nuestras parejas. Tendremos hijos e hijas. Gozaremos del sexo libre.
En realidad, los dos minutos de odio no podrán contra nuestra alegría.
En realidad, los dos minutos de odio no podrán contra nuestra alegría.
Porque al fin y al cabo, tarde o temprano tendremos todos los derechos, no porque promovamos la homosexualidad, sino porque creemos en la libertad.
Comentarios
en este momento cuando el mundo esta en plena gestión de un cambio histórico, debemos mantener las banderas en alto por que sin duda en esta coyuntura se construirán las posibilidades del mañana.
excelente escrito.