Lo que dice la vida social de un magistrado sobre la igualdad


Magistrado Luis Guillermo Guerrero. Foto Revista Semana
Se veía muy elegante y sonriente el doctor Luis Guillermo Guerrero. Seguramente está feliz por la fiesta y por su magistratura en la Corte Constitucional. Pero este no era un matrimonio cualquiera. Era el matrimonio del célebre autor del libro "Hacia el libre desarrollo de la animalidad", ese indigno panfleto homofóbico. 

En este libro el Procurador decía sobre el matrimonio entre parejas del mismo sexo: 

Por lo anterior, debemos tolerar hoy el homicidio de los no-natos y mañana el de los discapacitados, de los ancianos, de los mongólicos, de los epilépticos; debemos tolerar, como derecho fundamental, el derecho a la eutanasia y a la eugenesia; de dicha manera se pretende obligar a que se acepten todas las conductas contrarias a la vida, a la familia y al matrimonio; se termina equiparando el matrimonio homosexual a cualquier otro tipo de unión, desde la homosexual hasta la zoofilia, pasando por la pedofílica, e inclusive la incestuosa.
...
Cuando se afirma que (…) los homosexuales pueden contraer matrimonio (…) Es indudable que no estamos ante una errónea concepción del orden natural que permite tales aberraciones, sino su negación, como requisito para poder construir una nueva cultura (…) en resumen, es la libertad como ausencia de coacción y, por supuesto, no como escogencia de los mejores medios para conformarnos con la naturaleza de las cosas” (páginas 159-160 del panfleto)

Tampoco Guerrero es un magistrado cualquiera. Es el magistrado que reemplazó a Juan Carlos Henao y tiene encajonado el caso de las mamás lesbianas de Medellín desde que se posesionó. En la Corte se demoran y se demoran, mientras los derechos de la niña a tener una familia siguen sin ser reconocidos. Es notable que también asistiera el magistrado Pretelt, que junto con Guerrero es considerado conservador de materia de derechos familiares de la parejas del mismo sexo.

Es lamentable que los magistrados de la Corte Constitucional asistieran a la misa tridentina, teniendo en cuenta lo difícil del caso que deben decidir. Los magistrados no están enviando un mensaje de imparcialidad ni de respeto por la igualdad. Lo malo no es ir a la misa, sino la inconsistencia en su vida social. 

Los magistrados tienen derecho a la vida social, institucional y académica. Lo curioso es que los magistrados asisten poco a eventos sociales e institucionales con la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas. 

No tengo noticias que hayan ido a una unión marital de hecho de una pareja del mismo sexo o a una celebración de cumpleaños de los hijos de una familia de parejas del mismo sexo. Tal vez lo han hecho en privado, pero nunca en público y de cara al país como en el caso de la boda del año.  

A nivel institucional las cosas no mejoran: solamente una vez algún magistrado de la actual Corte ha aprticipado en evento académico sobre los derechos LGBT. NUNCA a una marcha de la ciudadanía LGBT que se hacen por todo el país y desde 1998 no reciben al movimiento LGBT en audiencia pública, ni privada. NUNCA han incluido los derechos LGBT en los encuentros de la Corte Constitucional. Ni siquiera a un evento que los invito el Gobierno de Uribe con la comunidad LGBT. Mientras tanto el Arzobispo visita el palacio de justicia

La única notable excepción a este comportamiento la hicieron los magistrados Manuel José Cepeda y Rodrigo Escobar Gil quienes fuera de la Corte asistieron a un evento social de Colombia Diversa en un restaurante en el norte de Bogotá. De la actual Corte solamente la magistrada María Victoria Calle ha participado en una conferencia sobre derechos LGBT en la Universidad EAFIT. 

La vida social de los magistrados se restringe a la vida heterosexual. Nuestra vida no merece ser celebrada ni acompañada por los magistrados de la Corte Constitucional.  

Al parecer nuestras familias tampoco merecen ser protegidas. Es paradójico que los magistrados celebren la creación de una nueva familia y al mismo tiempo se demoran en reconocer la familia de las mamás lesbianas y sus hijos. Al final el matrimonio de la hija del Procurador termina siendo la foto de nuestra Colombia excluyente, cínicamente excluyente. Fue un acto de poder político, pero también uno de poder moral. 

No estoy diciendo el que magistrado Guerrero y los demás asistentes estén haciendo algo ilegal, simplemente quiero decir que la vida social puede darnos algunas lecciones sobre la base social y política de la igualdad.  Al fin y al cabo, la igualdad no sólo se hace en las instituciones, sobre todo se hace en las relaciones sociales.

Magistrado Jorge Ignacio Pretelt. Foto Revista Semana

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