En defensa de la unión libre


English version below
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La unión libre es una institución del patrimonio nacional. Está institución debe ser protegida y conservada por todos.

Con el perdón de mis colegas abogadas y abogados, prefiero la expresión “unión libre” a “unión marital de hecho”. En Colombia la gente capta el espíritu de la ley mejor que los leguleyos. La ley 54 de 1990 fue una revolución silenciosa.

El movimiento de lesbianas, gays, bisexuales, transgeneristas e intersexuales (LGBTI) en Colombia enfrenta una paradoja: luchar por el reconocimiento del matrimonio en el país del mundo dónde la se celebran menos matrimonios. Existe una variedad de respuestas a esta paradoja. Uno puede optar por salidas radicales a la paradoja, pero creo que tenemos otras alternativas para abordarla.

Un querido colega dijo hace pocos días en una reunión “la unión marital de hecho es una institución de quinta”, una profesora de derecho de familia me dijo alguna vez: “la unión marital de hecho no da la misma seguridad jurídica que el matrimonio”. Yo mismo la llamé en este blog “el castillo kafkiano del derecho de familia”. Creo que todos tenemos un poco de razón en nuestras afirmaciones porque conocemos lo difícil que es litigar estos casos ante los jueces de familia. Sin embargo, la unión libre es la promesa de una familia más democrática. Es la hermana mayor de la constitución de 1991, aunque todavía está en construcción.

En la edad media la teología católica estableció que el consentimiento perfeccionaba el vínculo del matrimonio. El contacto con Dios es ante todo una experiencia de la conciencia. Luego vino el ultramontano concilio de Trento y persiguió a sangre y fuego los matrimonios clandestinos. La unión libre aparece de nuevo como una gran venganza contra el fundamentalismo religioso. Es un vínculo formado por el mero consentimiento de conciencias libres. Esta unión es un bello matrimonio clandestino, formado por el amor jurado en la intimidad, lejos de la ostentación y del público. Es una unión formada por el amor hecho acto. Lejos de los padres y los amigos. Lejos del “que dirán” que tantas veces da forma a nuestra alma.

El amor y el sexo clandestino son parte de la historia de muchos gays, lesbianas, bisexuales y transgeneristas. Entiendo que la dimensión pública del compromiso común es importante. También soy consiente que luchar por el matrimonio igualitario es una lucha política por la libertad y contra la discriminación. Por eso estoy a favor del matrimonio igualitario. Sin embargo, para lograr la igualdad en el matrimonio no tenemos porque denigrar de la unión libre que ya le abrió las puertas a las parejas del mismo sexo. 

Un buen programa de acción política para reconciliar nuestra paradoja debe incluir a todos los sectores del país y podría tener como objetivos seguir luchando para darles los mismos derechos a las uniones libres, eliminar la discriminación en el matrimonio y establecer reglas de divorcio más sencillas, incluso el divorcio unilateral.  

La eliminación de la discriminación de los hijos concebidos dentro y fuera del matrimonio nos hizo una nación más justa. Tenemos que seguir trabajando por la democracia para lograr que en Colombia  y todos los seres humanos igualmente vulnerables un derecho para todo. Para que el divorcio no sea un martirio sino una salida la unión libre sea tan digna como el matrimonio. Para que el matrimonio no sea un privilegio heterosexual, sino un derecho para todos. Para que el divorcio no sea un martirio, sino una salida digna de un amor marchito. Porque seremos más felices si reconocemos que todos los amores son igualmente libres y que todos los seres humanos somos igualmente vulnerables. 


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“Free union” (cohabitation) is a national heritage institution.  This institution must be protected and preserved by all.


My colleague lawyers will have to excuse me, but I prefer the expression "free union" to facto marital union (unión marital de hecho)". In Colombia, people perceive the spirit of the law better than the lawyers.  The law 54 of 1990 was a silent revolution. 

The movement of gays, bisexuals, transgender and intersex (LGBTI) in Colombia is faced with a paradox:  fight for the recognition of marriage in a country that conducts the fewest of them in the world.  There are a variety of answers to this paradox.  One can opt for the radical solutions, but I believe that we have other alternatives to approach it. 

A dear colleague said a few days ago in a meeting, "Cohabitation is a fifth category institution."   A family law teacher once told me, "Cohabitation does not provide the same judicial safety as marriage."  I myself called it in this blog "the Kafka castle of family law".  I believe that all of us are a little right in our affirmations, because we know how hard it is to fight these cases before family law judges.  However, “free union” is the promise of a more democratic family. It is the older sister of the 1991 Constitution, even if it is still under construction. 

In the middle Ages, Catholic theology established that consent perfected the link of marriage.  The contract with God is before all an experience of conscience.  Then came the ultramontane Trent council and it persecuted the clandestine marriages.  Cohabitation appears again as the great vengeance against religious fundamentalism.  It is a link formed by the mere consent of free consciences.  This union is a beautiful clandestine marriage, formed by love sworn in intimacy, away from ostentation and the public.  It is a union formed by love become deed.  Away from parents and friends; away from the "what people will say" that so many times shapes our soul. 

Clandestine love and sex are part of the story of many gays, lesbians, bisexuals and transgenders. I understand that the public dimension of common commitment is important.  I am also conscious that fighting for equal marriage is a political fight for freedom and against discrimination.  That is why I am in favor of equal marriage.  However, to achieve equality in marriage we do not have to denigrate cohabitation, which already opened the doors to same sex couples.  

A good political action plan to reconcile our paradox must include all the sectors of the country and could have as objectives the continued fight to give the same rights to free unions, eliminate discrimination in marriage, and establish simpler divorce rights, even unilateral divorce.

The elimination of discrimination of children conceived inside and outside marriage made us a nation with more justice.  We need to keep working for democracy to achieve that free union in Colombia is as dignified as marriage.  So that marriage will not be a heterosexual privilege, but a right for all.  So that divorce is not martyrdom, but a dignified exit from a wilted love.  Because we will be happier if we recognize that all loves are equally free and that all human beings are equally vulnerable


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