“Esto es un infierno”
(Foto: Nelson Díaz / VANGUARDIA LIBERAL) |
Cuando tenía 20 años me preocupaba la libertad y la
igualdad. Voy a cumplir 30 años y ahora me inquieta la violencia y la muerte.
Escribo esta entrada con esta frase de fondo: “Esto es
un infierno”. La pronunció el Secretario de Gobierno cuando llego al sitio donde ocurrió
una masacre de diez campesinos que trabajaban en una finca recogiendo tomates en Santa Rosa de Osos (Antioquia). Al parecer el grupo paramilitar “Los Rastrojos” fue el responsable
de la masacre. Pensé inmediatamente en mi abuelo que trabajó en una finca toda
su vida.
El jueves 24 de Octubre mataron a Jhon Alexander García.
Fue encontrado desnudo, apuñalado, asfixiado. Tenía 24 años (la edad de mi
hermano menor). Lo mataron en Bucaramanga, la ciudad donde nací y crecí. Era un
estudiante de la Universidad Industrial de Santander, el mismo lugar donde me formé como profesional.
Jhon Alexander era gay. Fue torturado antes de ser asesinado en su propia casa. La autoridad describe los hechos sin censurarlos:
“varios signos de violencia”, producto de “varias puñaladas que le dieron en
diferentes partes del cuerpo y, al parecer, también de asfixia”, “la Policía
Judicial está analizando la escena del crimen para determinar las móviles del
homicidio… sabemos que faltan algunas cosas, pero hay que mirarlo todo”.
La Universidad Industrial de Santander no dijo nada. Está
demasiado ocupada eligiendo Rector. La sociedad santandereana, ni se percató.
El santandereano más poderoso – Alejandro Ordóñez –, tampoco dirá nada. Está
demasiado ocupado jugando a la reelección y al fundamentalismo. Me temo que el
movimiento LGBT tampoco dirá nada. Estamos demasiado ocupados discutiendo con
un concejal homofóbico, el dueño de un reinado o litigando por la igualdad en
la Corte o discutiendo quién es más “queer” o más radical.
Vivimos en una sociedad donde nuestra cotidianidad no es interpelada por la violencia. Estamos demasiado ocupados, como si viviéramos
en paz. La muerte de Jhon Alexander, así como la masacre de Santa Rosa de Osos no
nos movilizan.
No me siento moralmente superior por decir esto.
Simplemente me siento triste de ver como estamos demasiado
ocupados para preguntarnos por el infierno que ocurre a otros que somos
nosotros mismos.
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